Cuidado ético

Cuidado ético y educación para la felicidad
María Estela GarcíaTorres Cruz
Marzo 2014
Nel Noddings, filósofa, educadora, matemática, feminista, desarrolla la teoría para la educación que pone el énfasis en la relación de cuidado, porque cuidar al otro, estar atento a sus necesidades y buscar su felicidad, puede contribuir a hacer desaparecer la violencia. Se considera el cuidado como una acción que desarrolla un agente moral a favor de satisfacer las necesidades del otro, por ello los que están dispuestos a cuidar, han de estar muy atentos a los detalles de los demás y tratar de ponerse en su lugar para poderlo ayudar o asistir. Esta propuesta requiere el florecimiento de una cultura más femenina, puesto que las mujeres al estar cerca del cuidado de los niños, despliegan más la sensibilidad y por eso se llama cultura del cuidado femenina, por el símbolo de su fertilidad.
Cuidar, puede significar el trabajo que un agente moral emprende para eliminar la pobreza o la explotación o para proteger la tierra como si fuera un hogar y trabaja para rechazar la violencia.
Podría entenderse la noción de cuidado cuando se responde con simpatía a lo que haces por mí o hago por ti. Y lo podemos ver también cuando las esposas ayudan a los miembros de su familia, cuando no los dañan, es decir, cuando procuran su florecimiento, su crecimiento, cuando por ejemplo quieren libres a sus hijos; cuando no los sujetan y no los descuidan. Ha de aceptarse que desde luego existen hogares de asfixia y descuido, pero eso no le quita lo positivo a la actitud femenina de quienes si cuidan y consuelan o dialogan con los seres queridos.
También nos podemos preguntar, ¿cómo podemos cultivar esos sentimientos que nos llevan a la cultura del cuidado? Nos traslada a la problemática en educación que cuestionaría ¿qué hacer para que una comunidad desarrolle las relaciones donde existe el cuidado?
Se podría sostener que es en el ámbito de la ética donde aparece la noción de cuidado, el problema es que la ética por mucho tiempo, ha sido interpretada en el lenguaje del padre, dice Noddings que la ética se ha elaborado en proposiciones en las que interviene la justicia, en cambio la voz de la madre ha sido silenciada, entonces hay que hacer propuestas para rescatar el sentido de la ética del cuidado. Noddings tiene “la intención de decir que la ética ha sido guiada por el logos de espíritu masculino, sin embargo, se podría pensar que un acercamiento más fuerte, podría ser construir la ética en el pensamiento de amor que constituye el espíritu femenino” . Podría pensarse en integrar los dos espíritus, tanto el femenino como el masculino, para realizar una ética compleja.
Cuando analizamos qué significa cuidar a otro, podemos establecer que se ha dado comúnmente en el espacio que ha sido por tradición femenino, por siglos la experiencia de cuidado ha sido labor de las mujeres .
Así, podemos contribuir a pensar formas de poder que han sido tradicionalmente femeninas, y superar el mito de que solo hay poder en las formas masculinas de trabajo. Hay que ahondar en el tema del poder que significa hacer un hogar. Lo cual tiene que ver por ejemplo, dice Noddings, en que en el hogar se construye la identidad de nuestra alma.
Por otro lado, podemos pensar que, en el análisis que hagamos de lo que han hecho las mujeres en el hogar, se pude destacar que posiblemente cuando se cuida para que se desarrolle el compromiso o la meditación en uno mismo, en este espacio, se puede conseguir que las personas que lo habitan, se vuelvan seres más creativos. Por supuesto que esta actitud debe llevarse a las escuelas y a que lo estudien los maestros(as), para que incluso cada quien mejore su hogar con cuidados éticos, porque no quiere decir que sea un ideal que se realice de inmediato, es una labor docente que se efectúa todos los días en las escuelas, en las academias, las universidades y se genera en cada hogar donde ya se es consciente de la importancia de esta actitud.
Noddings postula que para muchos de nosotros el hogar representa la mayor fuente de sostenimiento y de felicidad. Lo que puede significar sin embargo para otros una surte de miseria y represión.
Para poder llegar a acuerdos en por qué el hogar puede llegar a ser fuente de felicidad, habría también que preguntarse ¿qué es un hogar? No se puede reducir por supuesto a unas habitaciones, unos rincones o como tampoco nuestra actitud con respecto a las posesiones de este hogar, quizá la respuesta estaría más en cuanto a cómo organizamos el hogar para que haya bienestar para los seres que lo habitan, entonces tendría que ver por ejemplo, con los hábitos orgánicos que en él se den.
Por otro lado, un aspecto que hay que fundamentar desde la postura de la tradición de las mujeres, que puede contribuir a la felicidad de los seres que componen una familia, es la necesidad del diálogo entre los miembros que la componen, pues la conversación, dice Noddings, juega un papel para contribuir al crecimiento de los miembros de la familia, hijos, padres, abuelos. Cuando las personas se hacen conscientes de esta necesidad pueden crear el hábito de dialogar.
Este tipo de temas son los que deberían enseñarse en las escuelas, para favorecer y conservar la tradición de las mujeres, en la cual, el cuidado ha sido positivo, pues son tareas o actitudes que contribuyen al crecimiento y felicidad de la familia, y entonces, puede fundamentarse que a partir de esta educación, se logre reproducir entre todos y todas, las prácticas del cuidado hacia el Otro.
El diálogo, requiere de las virtudes de la templanza, y de la serenidad, las cuales pueden florecer en el interior de la vida íntima, pues en este espacio si la persona ha sido bien atendida hay reposo y calma; de este talante podrá salir el deseo de cuidar al otro. Ahí se ha de propiciar un lugar para la escucha. Para percibir al otro son necesarias prácticas femeninas que se tienen que incorporar a lo social, pues a veces para escuchar al otro tenemos que renunciar a nuestro ego, hacer un sacrificio de no desbocarnos en platicar lo que nos urge decir; escuchar requiere una paciencia para saber del otro. Por eso es muy necesaria la virtud de la mesura y esta cualidad germina en el entorno del hogar; cuando estamos en él, existe el suelo propicio para escuchar, para serenarse, pues es una morada de intimidad que permite la calma, ayuda a ser sereno pues no hay apremio, aunque si tengamos tareas no urgen. Por eso el espacio femenino necesita ser publicitado y educar a la ciudadanía para darle fuerza al hogar, cuando los miembros que lo componen se encarguen de hacer crecer este espacio, que aunque -ya no es obligación exclusiva de la mujer- si es un entorno que por tradición se denomina femenino.
El ámbito de la reflexión en este tipo de actitudes, nos llevaría a buscar que el cuidado se extienda hacia la naturaleza y hacia los animales no humanos.
Así, la felicidad, implica preguntarnos, si el cuidado que se da en el ámbito familiar, puede llevarnos a vivir mejor en el entorno de nuestros amigos, de la pareja, de los hijos, pero como comunidad también y cuidando a la naturaleza. Entonces, el tema requiere de propuestas creativas; esta necesidad nos lleva a reflexionar creativamente, y preguntarnos si el cuidado del hogar puede llegarse a reflejar en la vida de los otros con quienes convivimos y en la ciudad.
La reflexión del cuidado ha de plantear el problema de si se puede contribuir a poder gozar más de las cosas sencillas de la vida por ejemplo, y decir cómo y por qué.
Estos asuntos han de enfocarse en el análisis filosófico de la vida cotidiana, en donde cabe el examen de nuestra vida como consumidores, en cuestionarnos por ejemplo, ¿qué pan nos conviene consumir para obtener mejor salud? ¿Qué tipo de alimentos son saludables?
Este asunto teórico tendrá que enfocarse desde el autoentendimiento socrático, desde el conocimiento de sí mismo, y desde la perspectiva filosófica de que una vida sin examen no es vida ética. Y el tema es central en toda la perspectiva de la vida de calidad, pues tiene siempre que empezar con el análisis de la vida cotidiana, con la reflexión de la propia persona, con la necesidad de hacer entender a los jóvenes de una escuela o a los miembros de una familia, que sin autoanálisis no podemos vivir felices.
Un aspecto que podría acentuarse en la reflexión del papel de las mujeres en el hogar y quizá actualmente también, podrían participar los hombres, es el aspecto de que la educación en la familia, debería tomar la reflexión de la propia vida como algo prioritario. Y de hecho, mucho de la filosofía sobre las mujeres, ha de enfocarse al entendimiento de uno mismo.
La filosofía de lo femenino, necesita plantear como preguntas fundamentales ¿qué es lo que siento? ¿Por qué hago lo que hago? ¿Quién soy?
El planteamiento del cuidado, debe considerar que para que las mujeres puedan cuidar a los otros, la primera que se tiene que cuidar y conocerse es ella misma; esto supone como fundamento teórico, la propia libertad femenina. Esta tesis me gustaría apoyarla en la idea de la voluntad de poder de Nietzsche, pues considero que no se puede hacer feliz a los demás, más que siendo feliz una misma. Por eso toda mujer ha de plantearse que: sólo puedo ser feliz, si hago lo que quiero, si tengo voluntad personal para realizar mis propios deseos. Para conocerme necesito dedicar tiempo a mí misma, tiempo de calidad a mi persona.
Esta voluntad vitalista de cada mujer, tiene como estructura la salud de su cuerpo, si éste posee debilidad, es porque no se dedica tiempo a cultivar la salud. Y podría suponer que mucho de la relación con los demás, se debe a una dependencia mal entendida, o a una falta de autoestima y carencia de salud que favorece la debilidad.
La fuerza de la conciencia viene de la voluntad y ésta se reconstituye a partir de un cuerpo sano, nutrido, fortalecido.
No existe la generosidad y la dádiva en un ser que no es él mismo o ella misma feliz, y para serlo la persona tiene que poseer un cuerpo pleno, satisfecho, y una individualidad muy satisfecha de sí misma.
Mientras no haya libertad femenina, mientras la mujer no esté plena de satisfacción, no puede hablarse de verdadera equidad ni de dádiva y de cuidado a los otros.
Así que si queremos construir la felicidad de un grupo social hay que empezar por resolver la satisfacción y plenitud de cada mujer por sí misma, a la manera socrática, es decir, cuando se ocupe de su propia alma, cuando sepa qué quiere y tenga un cuerpo sano, feliz, fuerte. Entonces esta riqueza holística le permita ser feliz y entonces contribuir a la dicha de los otros.
Hemos de pensar también en un proceso de paz surgida desde el interior de cada una, que le da confianza, al punto que puede descubrir por ejemplo: ¿qué quiero? y esto la puede conducir a ser libre. La libertad requiere de paz interior, pues permite meditar quién soy, y considero que una buena voluntad que la asiste un cuerpo sano, alcanza el poder de la realización.
De ahí que en abstracto, no es posible sostener el cuidado ético y la sensibilidad para observar al Otro sin la plenitud individual. Si deseamos una mejor ciudad, una comunidad alegre, cuidada por lo femenino, y pueden intervenir hombres, entonces hay que pensar que para la felicidad de todos, primero debe pensar la mujer qué quiero para mí misma, cómo puedo estar más saludable, cómo recrear mi jardín interior.
A la vez, peguntarnos si es un dominio de las mujeres todavía, e incluso cuestionar si este tipo de actividad no requiere de educación especial. Pues se tiene la idea de que son aspectos exclusivamente manuales y que se transmiten de madre a hija. Pero probablemente tenemos que hacer propuestas en el nivel de las escuelas en secundaria y bachillerato para que se revisen los temas fundamentales que nos pueden llevar a conseguir una buena vida o una vida de calidad.
Necesitamos un enfoque del tema del cuidado ético en las escuelas y en la universidad, que nos lleven a analizar la armonía con la naturaleza, y cómo hemos de construir este mundo que tenga respeto por la vida de los otros seres, y de los animales no humanos.
La escuela, la universidad debe tomar como un tema esencial para analizar, la posibilidad de adquirir un mejor modo de vida. Si hacemos la reflexión y nos preguntamos ¿qué contribuye para que en los hogares el espacio se transforme como si fuese un nido? Se propone este término, porque nos da la imagen de refugio, y un sitio así, ofrece seguridad; pues Noddings, señala que es el primer refugio o universo que encuentra un ser humano de forma individual; ella dice que hay que observar a los niños, se fascinan por los nidos de los pájaros y los niños conservan este instinto por hacer cuevas donde haya refugio y protección.
Por qué no hacer de los estudios de mujeres un espacio académico donde nos preguntemos la importancia de construir un jardín en nuestros hogares. Pues esto permitiría concebir el hogar como una extensión de nuestros cuerpos lo mismo que un refugio de bienestar, un lugar acogedor, en armonía, cálido, luminoso, que nos dé la sensación de estar amparados.
La construcción de un hogar también tiene que ver con la belleza, ya que nos acerca a lo maravilloso; rodearse de belleza puede construir el espacio de la intimidad y darnos el desarrollo de la espiritualidad platónica.
Se enseñaría a los estudiantes los principios fundamentales del significado de la vida de calidad, concebida en la mirada interior, a través de la contemplación de la belleza, a través del cultivo de un jardín. Y que se haga conscientes a los estudiantes de la importancia de contemplar un atardecer. También en hacerles ver lo fundamental de vivir en la sencillez de estos sentimientos, que pueden contribuir a la construcción de un jardín interior.
Todo ello conduce también al aspecto de cuestionarnos lo que significa una ciudad y entonces probablemente sujetos educados en la buena vida, lleguen a construir ciudades que sean la extensión de la belleza de un hogar, y sentirla más cercana. Y esto nos puede llevar al análisis de la importancia de que en los espacios académicos se reflexione en la necesidad de construir el interior del hogar.
Se podría hacer la crítica posiblemente de que estamos rodeados de hogares disfuncionales, en donde se repite la miseria, el sufrimiento y el padecimiento del mundo. Esto puede ser verdad en muchos hogares, pero eso no le quita veracidad al hecho de que se puede hacer conscientes a los jóvenes de cuidarse, a las mujeres de estar satisfechas, y así llegar a la comprensión profunda de construir mejores hogares. Incluso en el hogar actual de cada joven, se les puede hacer conscientes de contribuir a mejorar sus hogares. Esto tendrá que ir dando cambios paulatinos, lentos, pero que se encaminan hacia esa dirección. Si no se hace conscientes a los estudiantes de las escuelas, de estas necesidades éticas imperiosas, las ideas dominantes y equivocadas que observan en los medios masivos o en Internet o en el cine o la propaganda, tendrán más poder que las escuelas.
Así, para no dejar que las ideas de consumo o de bienestar superfluo tengan ganado el terreno en las conciencias de los sujetos. Hay que hablar del tema del cuidado y de la felicidad. A partir de la felicidad que obtenga un individuo dentro de su hogar y por el estudio de estos temas en las escuelas, -suponemos siguiendo a Noddings- que la gente feliz se vuelve creativa, que sí pueden vivir en altos niveles de convivencia, ya que así lo descubrieron en sus hogares, lo cual puede derivar en mejores ciudadanos. Pues poseen un grado de desarrollo espiritual, y entonces pueden contribuir a mejorar la vida en muchos niveles.
Felicidad y educación
Habría que considerar que para hablar de la calidad de vida, y del cuidado en el hogar y en las escuelas, hay que comprender qué entendemos por calidad de vida, y pude tener que ver con el concepto de felicidad. Quizá, ha de plantearse que la felicidad es una actitud, y que hay que vincularla con la sabiduría, que se consigue en parte al mirar dentro de sí, o con la humildad y con el silencio, como dice Noddings. Estas actitudes nos otorgan un poder que se centra en el gozo de la propia soledad por ejemplo.
Es necesario aclarar, principalmente en la educación a los jóvenes, que la felicidad no es sinónimo de hedonismo, no es que no contenga placer, pero no se reduce a éste. La felicidad está asociada al término calidad de vida, según entienden psicólogos y sociólogos. Pero ésta tampoco depende exclusivamente del bienestar económico.
Cuando se enfoca el tema de la eudemonía según la explicación de Aristóteles, es un tema que requiere de mucha profundidad en las ideas. Sería preciso considerar que necesitamos algunos elementos para obtenerla, entre ellos, puede ser la amistad, la libertad, y desde luego puede ir acompañada de placeres. Pero es importante hacer ver en los temas que se imparten en las escuelas, que la felicidad no necesariamente se obtiene con bienes financieros. Así que resulta un problema en la educación, según lo advierte Noddings, que los propósitos estén apuntados hacia conseguir un buen trabajo.
Lo que piensa Noddings es que la escuela debe señalar que la felicidad de una persona, depende de aspectos múltiples, más que enfocarla en el consumismo por ejemplo o en el bienestar material. “La educación debe ayudar a la gente a desarrollar mejor su sí mismo. Para hacer que la gente llegue a sentir disfrute por sus talentos, que tenga satisfacción por sus ocupaciones” .
La relación que se establezca entre felicidad y educación supone que al enfocar el tema, se le puede brindar a los estudiantes la posibilidad de comprender que es un asunto de múltiples conexiones, por lo mismo, no se niega que tenga que ver con el bienestar material, como tampoco quiere decir que se es indulgente con el tema de la miseria; pero ha de puntualizarse que lo económico, no será suficiente, porque el sentido profundo de la eudemonía, tiene que ver con una actividad del alma o con el grado más alto que puede alcanzar un individuo en su realización moral. “A los alumnos hay que ayudarles a entender la complejidad de lo maravilloso de la felicidad” .
Por otro lado, sería importante aclarar y desarrollar el tema de la liga tan fuerte que existe entre la felicidad y la espiritualidad, lo cual apunta a cierta capacidad receptiva de una persona, es decir, puede tener que ver con lograr un estado de paz o tener serenidad o establecer una buena amistad, o incluso contemplar una puesta de sol oyendo el sonido de las olas del mar. Dice Noddings que esto no tiene que ver solamente con lo sentimental, sino que tiene que ver con un conocimiento de lo eterno; es decir con la profunda sensación y sentimiento místico de que por ejemplo la naturaleza será eterna. Porque lo místico no es algo exterior a la persona, sino que en su intimidad habita esa penetración de lo profundo de la belleza de la naturaleza. Mucho de lo que entendemos por “felicidad mística tiene que ver con la sensación de serenidad, su característica es descrita como iluminación” . El sentimiento místico o la espiritualidad, es algo que le acontece al cuerpo, tiene que ver simplemente con la serenidad que alcanzamos en un momento de paz, en este estado podemos observar las cosas bellas de la vida y aparece lo que se puede considerar una sensación de plenitud y de regocijo. Esto no quiere decir que sea una propuesta para perder el sentido de la realidad, ni que nos aleje de los problemas del mundo. Es una experiencia necesaria, porque de lo contrario nos dejaremos atrapar por lo sombrío, por lo negativo, por los planos oscuros de la realidad, lo cual, contribuye a que desaparezca el entusiasmo para afrontar los obstáculos existenciales y que perdamos fuerza para construir algo mejor de la vida.
El problema con el tema tan importante de la felicidad, es que en las escuelas no se le da la importancia requerida a estos aspectos tan valiosos como por ejemplo el crear un hogar donde se construye la felicidad, “las escuelas ignoran el lugar prominente de la felicidad individual para lograr el trabajo creativo” . Muchas veces incluso las personas llegan a ser más creativas, por el trabajo que efectuaron con sus padres en el hogar, por la compañía que se les brindaba al realizar un trabajo en común. Por eso es que también habría que atender en las escuelas el tema del aspecto interrelacional del que se ocupa la ética. La teoría del cuidado que han desarrollado muchas filósofas de la educación y feministas, hace ver lo importante que es la relación que se establece con el otro para el tema de la felicidad.
Muchas de las actitudes morales tienen que ver con la capacidad de ser feliz, por ejemplo el talento que posee alguien para atender las necesidades de los otros, el saberlos escuchar o la hospitalidad que alguien puede ofrecer a otra persona “La habilidad de responder positivamente hacia los otros, y estas cualidades deberían extender su rango en el desarrollo de lo personal para ser feliz” .
También es necesario señalar que hay que desarrollar el tema de la ocupación profesional, cuando se realiza con gusto, con pasión, para realizar una labor en beneficio de los otros, es un asunto que puede proporcionar felicidad en las personas.
El tema de la felicidad entonces se relaciona directamente con el tema de la virtud, y como hizo ver Aristóteles, la felicidad solo se puede enraizar en la práctica de la virtud.
Los contenidos más profundos de la felicidad tienen que ver con las actividades más hondas del ser humano y que lo lleva a realizar las actividades excelentes como son la libertad, la responsabilidad, pensaría que también debe incluirse el amor, y a las virtudes en conjunto, se puede llamar -en un sentido- espiritualidad, pues se debe a lo más dinámico del ser humano, en donde encuentra el centro de su ser que le conduce a la plenitud total. Esto no es idealismo, se refiere a actos concretos de libertad o de diálogo o de compañía o de trabajo creativo.
En la actualidad se sabe que también el tema de la salud y la satisfacción del cuerpo, entendiendo por el placer incluso de la sexualidad amorosa, el cuidado de lo que se come, produce también una completud en el tema de la felicidad.
Amor y mirada interior
Resulta de primordial importancia tratar el tema del amor como parte integral de los temas que acompañan al entendimiento de la felicidad. Este tema no resalta en filosofía, al menos en la época actual, por lo general, cuando se refiere algún pensador al tema, suele asociarlo con un malestar, con todo el sufrimiento que ocasiona la pérdida, por lo imposible de su realización. Sin embargo, algunas miradas de filósofas y psicoanalistas y feministas, antropólogas, como por ejemplo Lucy Irigaray, señalan que el amor puede traer una salvación individual y colectiva. Pero para ello se requiere una mirada interior que la proporcionan algunas prácticas de meditación y algunas tradiciones espirituales de oriente. Esta experiencia de lo interno, nos acerca a una vivencia que nada tiene que ver con los sufrimientos que provocan las cosas del exterior.
Muchos pensadores quizá lleguen a dudar tanto del amor, porque no se ve frecuentemente su realización, y me parece que se debe a la falta de una mirada espiritual. No significa cuando me refiero a lo espiritual, que me coloque en la postura de los transmundanos, -como diría Nietzsche-, simplemente quiere decir, extraer de lo profundo de nuestro sentimiento anímico, la capacidad amorosa que nos puede hacer florecer. Esta capacidad es el dinamismo propio del ser humano. Es además según la explicación platónica, el anhelo que hay en cada uno/a de alcanzar algo mejor, que puede ser la belleza, el bien, la verdad y pienso que se puede decir que también anhelamos la completud sexual amorosa con una pareja.
El problema que algunos filósofos encuentran en el amor, es que no lo visualizan en la fuerza anímica, porque el ser humano desconoce esta interioridad y entonces la mayoría vive afanoso del poder político o del dinero. Se contenta con el placer fugaz y sin sentido, incluso se dice que hay una exacerbada mirada a la pornografía en los medios electrónicos. Todo esto refleja un profundo sentido de pobreza anímica, implica haberle restado importancia a lo íntimo de la ética.
La ética es la fuerza del alma, sin embargo, se rechaza en nuestra cultura el papel productivo que posee el sujeto, el gran poderío que se obtendría en una voluntad de vida, en el conocimiento de las fuerzas de vida que nos atraviesan. Todo en general en nuestra cultura occidental tiende a considerar la subjetividad en su aspecto pasivo, casi podría decir, que se vislumbra el destino humano como una constante catástrofe de los males y de miseria, se hace demasiado énfasis en el sufrimiento, la enfermedad, la explotación, lo sombrío. También permanece oscuro el poder que posee el individuo en el interior de su psique.
Por lo mismo, también se desconoce la profunda relación que podríamos establecer con los otros: seres humanos, naturaleza, animales. Por eso dice Luce Irigaray que “esta historia debe interpretarse y construirse espiritualmente para abrir otra época de nuestra cultura, época en que el sujeto no sea ya uno, solipsista, egocéntrico y potencialmente imperialista, sino respetuoso de las diferencias” .
El amor entonces es la actividad del ama, que por el anhelo que surge por su insuficiencia, le lleva a querer alcanzar la plenitud, de un amor, de un bien, del conocimiento; por eso es que el amor –como dice Luce Irigaray- es una tarea filosófica y también política al mismo tiempo, pues al hacer transparente su naturaleza como fuerza de vida que nos da ímpetu, el ser humano podría construir otra ciudad. Sé que decirlo así suena una postura sin sentido y sin sustento. Se suele asociar el ideal a un pensamiento débil, sin embargo, en los estudios de algunas feministas de la diferencia estos temas están siendo recurrentes, ya que resulta imperativo construir los afectos, la certidumbre de mi misma/o, la verdad de la intuición. El sentido poético y simbólico del ser humano que le ayude a descubrir su naturaleza íntima y profunda de donde extraer fuerzas frente a la incertidumbre y frente al malestar.
Pero de no atender a la fuerza viva que existe en cada uno y que constituye la voluntad más potente del hombre y de la mujer, dejaremos que el amor no fluya de nuestras entrañas y estamos perdiendo la posibilidad de construir, de aprovechar la fuerza motriz de que estamos hechos.
Si seguimos perdiendo esta fuerza de vida, estamos cometiendo un error de interpretación de la ontología humana, y estamos concibiéndola como pura pasividad, fuente total de sufrimiento y tragedia.
Lo que sucede es que la cultura occidental, le hace falta la mirada del género femenino, pero concebido como símbolo de la Madre Naturaleza, por su fertilidad. Si la cultura se construyese atendiendo también al polo femenino, se reconocería cómo la mujer puede comunicarse más, porque está más cerca de los afectos, no necesariamente por su relación con el engendramiento, sino por su sensibilidad, ya que para ella cuenta mucho los detalles de la vida cotidiana. Ahí aparecen los afectos como significativos, lo femenino es la llamada a los gestos por medio de los cuales reconocemos quién es el otro y qué le sucede. “El reconocimiento es el gesto que podría permitir la superación del dominio jerárquico entre los géneros, que podría restituir su dignidad e identidad respectivas a la mujer y al hombre y que debería facilitar relaciones cultivadas espirituales” .
Lo importante de esta visión del amor, explicado por lo femenino, es que no tiene la visión ni de la igualdad, ni de la abnegación, ni de una visión miope de tal sentimiento. Pues luce Irigaray señala que cuando se ama, no se gira alrededor del otro, pero tampoco se le encarcela, además aclara que no me convierto en el otro cuando lo amo, más bien respeto al otro, y reconozco que es un misterio, pero principalmente es una libertad. Este aire de frescura en el tema de la libertad en el amor, puede afianzar nuestras creencias acerca de esta actitud, y proporcionarnos el ímpetu para engendrar una mejor cultura de lo femenino y de lo espiritual.
Por espiritual insisto, no me refiero a algo religioso perteneciente a una institución eclesiástica, es el reconocimiento de un impulso de comunicación, de nuestra necesidad de diálogo con los seres queridos.
El amor, dice Irigaray, no me lleva a someterte, no me conduce a imponerte un discurso, sea desde la parte femenina o masculina, constituye nuestro horizonte en sentido de lo espiritual que consiste en el deseo de algo mejor, es decir más bello, más sublime; a esta idea se le puede considerar femenina, y podría equilibrar los destellos de la cultura occidental que por supuesto su producción es importante, pero ha faltado el ánimo femenino.
Lo significativo de la nueva mirada simbólica femenina, es que ni es el rechazo al amor por haber estado sometidas las mujeres a la familia y al varón, pero tampoco es el desconocimiento de esta fuerza de vida. Irigaray señala que al amar no giro alrededor tuyo, me respeto y por eso te respeto.
El otro puede ayudarte a salir de la inercia, a ser fiel a ti mismo, a huir de la tautología y la repetición, el otro te ayuda a devenir. Pero no te pierdes en él, ni te vuelves su objeto, pues ya no te sometes a él o a ella. El amor se construye como una nueva etapa de la vida de cada uno/a, que nos lleva a progresar de forma cualitativa .
Pero también el amor reconoce aspectos que siempre han estado en esta vitalidad existencial, como por ejemplo que debe uno cuidar al otro cuando se ama, pues hay que estar atento a los detalles, a las entonaciones de su voz, a sus gestos, es decir a todo un lenguaje psíquico al que me enfrento y que tengo que concentrame en él, como captar cuándo puedo establecer un diálogo, cuándo debo guardar silencio, cuándo es propicio una esmerada atención a sus problemas o cuando me tengo que hacer a un lado. Irigaray señala que se trata de despertar al otro, Nussbaum habla de hacer florecer al otro.
Si es posible recuperar una cultura de amor, retornando al símbolo femenino en la Gran Diosa Madre, es posible entonces la ternura tan indispensable para el cuidado de los otros, para el acercamiento, para curarnos de malestar anímico.
Lo femenino pertenece a la ternura, y es desde esta fuerza psíquica que se podría cultivar una nueva fuerza de vida, que posibilitaría una ciudad donde sus miembros son amorosos y libres, donde el amor es construcción, un acto, no un sentimiento, es conocimiento no domesticación, se reconvierte en fuerza y por eso no se acepta que el ser humano es pasividad o resignación o aceptación exclusivamente de lo sombrío.
El amor te hace florecer, porque el otro te conoce a través del diálogo y se comporta con una sensibilidad delicada hacia ti. Por eso si se recupera el camino del amor –como dice Irigaray-, habrá que estar inventando nuevos puentes, ya que amar es un desafío, consiste en inventar nuevas actitudes, es decir, se trata de reconstruir sobre los caminos ya conocidos, pero con la inventiva propia que surge desde la interioridad de cada uno. Sacando fuerza de una vitalidad que no sospechamos el gran poder que posee.
Hablar así del asunto, no supone un subjetivismo simple, significa un poder de penetración en las entrañas del sujeto humano, o como diría María Zambrano se trata de construir desde esa zona irracional, pero no por ilógica, sino por misteriosa y profunda como dice Heráclito que es el alma, impenetrable, llena de secretos porque es de un sumo poder, ya que ahí habita la poiesis humana de la cual extraemos nuestras más extraordinaria potencialidades, lo que lleva a grandes cineastas a hacernos soñar o llorar, o de los grandes arquitectos que por su fuerza amorosa, construyen un espacio de luz y de armonía. O de un novelista que nos transporta a mundos mágicos y extraordinarios, o la capacidad de un filósofo o filósofa que nos hace libres.
Para ello, dice Irigaray es necesario recuperar la madre como símbolo de la naturaleza, y entonces vamos a poder multiplicar los caminos para encontrar la creatividad del amor.
Bibliografía:
Irigaray Luce, Amo a Ti, bosquejo de una felicidad en la historia, (traducción Victor Goldstein), Icaria Editorial, Barcelona, 1994
_____________, The way of love, (translated, Heidi Bostic and Sttephen Pluhacek), British Library Cataloguing-in-publication data, London, 2002
Nel Noddings, Caring, a feminine approach to ethics and moral education, University of California Press, Kindle edition
______________, Critical lessons: what our schools should teach, Cambridge University Press, USA, 2006, Amazon Digital
______________, Happiness and Education, Stanford University, Cambridge University Press, 2003, Amazon Digital

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